Cuando Donald Trump volvió al poder, las alarmas en México se encendieron. Su postura proteccionista, su retórica antimigratoria y su presión sobre el comercio con el país vecino parecían anunciar tiempos difíciles. Sin embargo, la presidenta Claudia Sheinbaum logró no solo contener el impacto de las políticas del republicano, sino incluso convertirlas en una oportunidad para fortalecer su liderazgo y su agenda.
El jueves, ambos mandatarios alcanzaron un acuerdo clave: Estados Unidos suspenderá durante un mes los aranceles a exportaciones mexicanas, el principal objetivo de Sheinbaum. A cambio, México intensificará la cooperación en la lucha contra el tráfico de fentanilo y la migración irregular, temas centrales en la agenda de Trump.
"¡Gracias a la presidenta Sheinbaum por su arduo trabajo y cooperación!", escribió el estadounidense. La mexicana no tardó en responder: "Tuvimos una excelente y respetuosa llamada en la que coincidimos en que nuestro trabajo y colaboración han dado resultados sin precedentes".
A primera vista, Trump y Sheinbaum parecen figuras incompatibles. Él, conservador, de discursos agresivos y postura errática. Ella, moderada, feminista y científica, con un enfoque más metódico. Sin embargo, ambos han demostrado una relación de mutuo respeto, reflejada en constantes declaraciones elogiosas.
"Tengo un gran respeto por ella", dijo Trump. "Hay que resaltar que el trato ha sido muy respetuoso", afirmó Sheinbaum. La pregunta es: ¿cómo logró la presidenta mexicana convertir lo que parecía una tormenta en una oportunidad?
Uno de los puntos clave en esta ecuación es la seguridad. Aunque Sheinbaum pertenece al mismo partido que Andrés Manuel López Obrador (AMLO), su estrategia difiere de la del expresidente. AMLO apostó por una política "humanista", basada en inversión social y evitando enfrentamientos con el crimen organizado, bajo la consigna de "abrazos, no balazos".
Sheinbaum, sin embargo, tiene un enfoque más pragmático. Cuando fue alcaldesa de Ciudad de México (2018-2023), impulsó una transformación de la seguridad: depuración policial, tecnología avanzada y coordinación institucional. Los resultados fueron contundentes: 58% menos delitos y 51% menos homicidios en la capital.
Ahora, como presidenta, replicó ese modelo a nivel nacional y designó a Omar García Harfuch, un expolicía e hijo de militares, al frente de la Secretaría de Seguridad. Hasta el momento, los homicidios en el país bajaron un 16%, se confiscaron toneladas de fentanilo, se destruyeron laboratorios y se extraditaron a 29 criminales de alto perfil a EE.UU.
Este último gesto generó controversia: para algunos, fue una concesión a Trump; para otros, una movida estratégica para reforzar la lucha contra el crimen. "Nosotros hacemos este trabajo por la seguridad de México", afirmó Sheinbaum. "Es parte de nuestra estrategia y de nuestra cooperación con EE.UU.".
A pesar de estos avances, el país sigue enfrentando problemas estructurales. Impunidad, extorsión y desapariciones continúan siendo parte del panorama. Ernesto López Portillo, experto en seguridad, advierte que, aunque Sheinbaum endureció las políticas de su antecesor, "el problema es crónico" y "nada de lo que haga la presidenta puede resolverlo rápidamente".
Sin embargo, su pragmatismo ha sido clave para manejar la presión de Trump. Guadalupe González, especialista en relaciones internacionales, señala que "la política de seguridad se fortalece y se acelera con la presión estadounidense, pero no es exclusivamente una reacción".
Lo mismo ocurre con la economía. Sheinbaum ha adoptado una postura más independiente frente a EE.UU., presentando en enero el Plan México, una estrategia para diversificar el aparato productivo, atraer inversión y reducir la burocracia. Su objetivo es claro: reducir la dependencia del gigante del norte.
"Vamos a fortalecer nuestra soberanía energética. Tenemos que fortalecer nuestra autosuficiencia", enfatizó la mandataria.
En 2026, se renegociará el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), un acuerdo vital para la economía mexicana. Con Trump en la Casa Blanca, se espera que intente imponer condiciones más duras a sus socios comerciales.
Sin embargo, Sheinbaum ve esto como otra oportunidad. "Vamos a hacer una revisión de nuestros tratados", afirmó. Lejos de una postura sumisa, busca jugar sus cartas con firmeza.
El martes, cuando Trump anunció los aranceles, Sheinbaum planeaba responder con medidas de represalia en un evento masivo en el Zócalo de la Ciudad de México. Ahora, con el acuerdo en la mano, decidió mantener el evento, pero con otro propósito: celebrarlo.
"Vamos a hacer un festival, vamos a celebrar el logro de este acuerdo y vamos a invitar a grupos musicales para festejar", anunció con una sonrisa.
"Vengan los paisanos, vengan que los abrazamos, que son lo mejor que tiene nuestro país", agregó, en un guiño a los migrantes mexicanos en EE.UU.
Sheinbaum no solo ha logrado mantener una relación estable con Trump, sino que ha convertido los desafíos en herramientas para fortalecer su liderazgo. Sus decisiones en seguridad, economía y diplomacia le han permitido matar varios pájaros de un tiro: mantener la seguridad en México, cumplir con las exigencias de EE.UU., reforzar la soberanía económica y, al mismo tiempo, consolidar su enorme popularidad.
Con un 85% de aprobación, la presidenta mexicana sigue apostando fuerte en el tablero geopolítico. Y hasta ahora, su estrategia está funcionando.