El nacionalista ganó el balotaje con el 50,89% de los votos y desplazó al liberal Trzaskowski, en unos comicios con alta participación y fuertes repercusiones para el gobierno de Tusk
Varsovia – En una jornada marcada por la tensión y la incertidumbre, Karol Nawrocki resultó electo presidente de Polonia tras imponerse en la segunda vuelta con el 50,89% de los votos, dejando atrás al liberal Rafal Trzaskowski, quien logró el 49,11%, según los datos finales difundidos este lunes por la Comisión Nacional Electoral.
El resultado refleja con crudeza la profunda polarización que atraviesa el país centroeuropeo, miembro tanto de la Unión Europea como de la OTAN, donde las elecciones se vivieron como un plebiscito entre dos visiones diametralmente opuestas del rumbo nacional. Con el 100% del escrutinio completado, la diferencia entre ambos candidatos fue de apenas 1,78 puntos porcentuales, consolidando uno de los finales más ajustados desde el regreso a la democracia.
Con una participación del 71,63%, la más alta en la historia reciente de unas presidenciales en Polonia, los ciudadanos dejaron en claro el interés que generó esta elección, que no sólo definió un nombre para la jefatura de Estado, sino también un modelo político.
Nawrocki, historiador de 42 años, se presenta como heredero del actual mandatario Andrzej Duda, quien concluirá su segundo mandato en agosto. En su discurso de victoria, Nawrocki agradeció el respaldo recibido y prometió “defender los valores tradicionales y la soberanía nacional frente a las imposiciones externas”. El presidente saliente, por su parte, lo felicitó públicamente y lanzó un mensaje directo al actual gobierno liberal: "¡Mantente fuerte, Polonia!", en alusión al desafío que implicará una gestión dividida.
Para el primer ministro Donald Tusk, líder de la coalición gubernamental liberal y proeuropea, el resultado representa un golpe directo. Su candidato, Rafal Trzaskowski, actual alcalde de Varsovia, no logró revertir la diferencia inicial y volvió a quedarse corto, como ya le sucedió en 2020 frente al propio Duda. Aquella vez la brecha fue de 2,06 puntos, en una contienda que también había captado la atención continental.
Tusk, quien había calificado los resultados de la primera vuelta como una “tarjeta amarilla” por parte del electorado, apostaba a un vuelco en el balotaje que le permitiera consolidar su programa de reformas, muchas de las cuales quedaron en suspenso tras los bloqueos institucionales promovidos desde la presidencia saliente.
La derrota de Trzaskowski complica aún más la implementación de la agenda progresista que venía impulsando el Ejecutivo desde su retorno al poder en 2023. Entre las prioridades del liberal figuraban temas como la liberalización del aborto, el reconocimiento de uniones civiles, una nueva política energética sustentable y una reversión de las polémicas reformas judiciales impuestas por el PiS (el partido Ley y Justicia, conservador y nacionalista).
Con Nawrocki en la presidencia, esos proyectos encontrarán un freno directo. Analistas políticos coinciden en que el nuevo mandatario replicará la estrategia de veto sostenida por Duda en los últimos años, dejando al gobierno con poco margen de maniobra legislativa y profundizando un clima de cohabitación forzada entre el Ejecutivo y la Presidencia.
“Esta elección no resuelve nada, solo prolonga el estancamiento institucional”, sostuvo el politólogo Jan Karski en declaraciones al diario Rzeczpospolita. “Nawrocki tiene legitimidad, pero no gobernabilidad. Y Tusk tiene agenda, pero sin apoyo presidencial, difícilmente podrá ejecutarla”, añadió.
El resultado electoral fue seguido de cerca por los socios europeos de Polonia, en especial por la Comisión Europea, con quien Varsovia mantiene una relación tensa desde los tiempos del PiS. Mientras Trzaskowski prometía una mayor integración con Bruselas, Nawrocki representa una línea más escéptica respecto al bloque, con énfasis en la autonomía económica, energética y judicial del país.
En este contexto, varios mandatarios europeos saludaron con cautela al nuevo presidente. Desde Alemania, el canciller Olaf Scholz emitió un mensaje institucional, felicitando al ganador, pero recordando la necesidad de “trabajar juntos en el respeto a los valores comunes”. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, evitó una valoración directa pero subrayó que “la colaboración con Polonia es esencial para la estabilidad regional”.
Para la OTAN, en cambio, la continuidad del eje nacionalista no representa un cambio abrupto. Polonia mantiene un rol clave en el este de Europa, especialmente en el marco del conflicto en Ucrania y la tensión con Rusia. Nawrocki ya anticipó que mantendrá su compromiso con la Alianza Atlántica y las inversiones en defensa, aunque con una mirada más autónoma respecto de las decisiones del bloque comunitario.