El primer ministro rechaza abandonar el cargo pese al desplome de su partido y el auge inesperado de la ultraderecha de Sanseito.
El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, aseguró este domingo que no renunciará a su cargo, a pesar del duro golpe electoral sufrido por el Partido Liberal Democrático (PLD) y su socio de coalición, el partido Komeito, en las elecciones parciales al Senado. Según las proyecciones de los medios nacionales y de la cadena pública NHK, la coalición gobernante perderá la mayoría en la Cámara Alta, sumándose a la ya debilitada posición que ostenta en la Cámara Baja desde los comicios del año pasado.
Esta pérdida de poder legislativo marca uno de los momentos más frágiles para el PLD en las últimas décadas. El voto de castigo parece haber respondido a una mezcla de descontento social por la inflación, el estancamiento económico y recientes escándalos de corrupción relacionados con dirigentes del partido. Aunque la oposición tradicional permanece fragmentada, consiguió capitalizar el descontento general con un avance significativo, erosionando la base parlamentaria del oficialismo.
En medio de ese escenario, el que ha captado la atención nacional e internacional es el partido ultraderechista Sanseito, liderado por Sohei Kamiya. Esta formación, apenas surgida durante la pandemia a través de campañas virales en redes sociales como YouTube, ha protagonizado un ascenso vertiginoso. Su discurso nacionalista, populista y marcadamente conservador ha encontrado eco en sectores desencantados tanto con el oficialismo como con la oposición tradicional. Las proyecciones más optimistas dan a Sanseito más de veinte escaños en el Senado, superando holgadamente sus propias expectativas.
En sus primeras declaraciones tras conocer los resultados, Ishiba fue claro en su decisión de no dimitir, a pesar de reconocer la gravedad de la situación. Reivindicó la "responsabilidad de seguir liderando el Partido número uno de Japón" y reafirmó como prioridad inmediata la conclusión de un acuerdo comercial con Estados Unidos antes del 1 de agosto, fecha límite impuesta por el presidente estadounidense, Donald Trump, para evitar nuevos aranceles.
Sin embargo, la presión en el entorno del primer ministro aumenta. Voces internas dentro del PLD han comenzado a cuestionar su liderazgo y no se descarta que sectores descontentos impulsen su sustitución en los próximos meses. Además, partidos de la oposición ya han planteado la posibilidad de presentar una moción de censura si Ishiba no da un paso al costado voluntariamente.
Japón se adentra ahora en un terreno político incierto. La debilidad del gobierno, la consolidación de una derecha política más radicalizada y la falta de una oposición cohesionada dejan al país con una clase política profundamente fragmentada y sin una hoja de ruta clara. La decisión de Ishiba de resistir en su puesto añade una capa más de tensión a un panorama ya de por sí inestable, mientras la sociedad japonesa mira con inquietud los días venideros.
Fuentes: F: gs (ap, nhk, reuters, xinhua, scmp, business-standard, investing, chinadaily, cnbc, aljazeera, cnn)