París: El retiro del emblemático avión supersónico fue consecuencia directa del trágico accidente en el año 2000.
Considerado durante décadas como el avión de pasajeros más rápido y seguro, el Concorde fue sinónimo de lujo, avance tecnológico y velocidad sin igual en la aviación comercial. Con una velocidad de crucero de 2.410km/h y la capacidad de unir París y Nueva York en poco más de tres horas y media, sirvió principalmente a una elite de empresarios, celebridades y altos ejecutivos, respaldado por la reputación de seguridad que solo un puñado de aerolíneas podía exhibir a fines del Siglo XX.
La tarde del 25 de julio de 2000, esa historia de invulnerabilidad encontró un abrupto final. A las 16:44, el vuelo 4590 de Air France despegó desde el Aeropuerto Charles De Gaulle con rumbo a Nueva York, a bordo 100 pasajeros y nueve tripulantes. Menos de tres minutos después, una falla catastrófica en uno de sus motores lo hizo caer en picada sobre un campo de maíz cerca de la pista. El accidente, tan traumático como visible para el mundo, dejó un saldo fatal de 114 víctimas.
El origen del desastre se rastreó rápidamente. Un trozo de lámina metálica, desprendido minutos antes de un DC-10 de la compañía Continental Airlines, quedó olvidado sobre la pista. Al despegar, el Concorde pisó ese fragmento, lo que causó que uno de sus neumáticos explotara violentamente. Pedazos de goma alcanzaron uno de los tanques de combustible del ala, generando una fuga e incendio que se extendió a uno de los motores. Sin alternativas viables ni margen de maniobra, el piloto Christian Marty —a quien se le atribuyó una acción valiente— realizó un desvío para evitar caer sobre zonas densamente pobladas, minimizando así el desastre.
La investigación oficial, encabezada por la Oficina Francesa de Investigación de Accidentes Aéreos, determinó que la tragedia tuvo un carácter fortuito, pero puso fin inmediato a la leyenda de invulnerabilidad que rodeaba al Concorde. La justicia francesa declaró culpables por homicidio involuntario a Continental Airlines y a un mecánico responsable del mantenimiento del DC-10, más de una década después del accidente.
Tras el siniestro, todos los Concorde fueron puestos en tierra de manera preventiva. Air France y British Airways, únicas operadoras, enfrentaron la abrupta caída en la demanda de sus exclusivos vuelos trasatlánticos. Sin pasajeros dispuestos a pagar las tarifas, el Concorde dejó de volar en 2003 tras dos despedidas emotivas: en mayo el último vuelo regular de Air France, y en noviembre el final de British Airways, que recorrió varias ciudades antes de ingresar al retiro definitivo.
Durante más de 30 años, el Concorde fue símbolo de innovación, prestigio y velocidad, pero también de los límites y riesgos que implica la aviación de alta tecnología. El accidente del 2000 no solo cobró vidas sino que, además, marcó el fin de la era supersónica en vuelos comerciales y selló la suerte del apodado “rey de los cielos”.
Fuentes: F: gs (afp)