El 25 de noviembre de 2020 quedó grabado como una de las fechas más tristes en la historia del fútbol argentino y mundial: la muerte de Diego Armando Maradona. A los 60 años, el ídolo que nació en Villa Fiorito y conquistó al mundo con su zurda mágica pasó a la eternidad. Hoy, cuatro años después, clubes, ligas e instituciones de todo el planeta le rinden homenaje y mantienen viva su memoria.
Aquel mediodía de 2020, marcado aún por las restricciones de la pandemia de COVID-19, Diego sufrió un paro cardíaco mientras se recuperaba de una cirugía en su vivienda de Tigre. La noticia conmocionó a la Argentina y al mundo entero, sumiendo a millones en un duelo colectivo que aún no cesa. Su figura, tanto dentro como fuera de las canchas, sigue generando emociones profundas.
Maradona no fue solo un jugador de fútbol: fue un símbolo de lucha, pasión y contradicciones. Su influencia trascendió el deporte y lo convirtió en un ícono cultural y social. Por ello, cada aniversario de su partida es motivo para reflexionar sobre su legado y recordar su grandeza.
Desde el primer minuto de este 25 de noviembre, las redes sociales se llenaron de publicaciones recordando a Diego. Clubes históricos como Boca Juniors, Napoli, Barcelona y Sevilla, donde desplegó su talento, compartieron sentidos mensajes en sus perfiles. La FIFA y la Conmebol también se sumaron a los tributos, destacando su rol como uno de los más grandes futbolistas de todos los tiempos.
En Argentina, las muestras de afecto abarcaron desde ofrendas en su tumba en el cementerio de Bella Vista hasta murales y altares improvisados en barrios populares. En Nápoles, la ciudad que lo adoptó como propio, se organizó una misa en su honor, mientras que los hinchas dejaron velas y flores en el estadio que lleva su nombre.
Maradona comenzó a escribir su historia en Argentinos Juniors, donde deslumbró con su habilidad desde joven. Su talento lo llevó a Boca Juniors, club con el que formó un vínculo eterno. Desde allí, dio el salto al fútbol europeo, marcando un antes y un después en cada equipo donde jugó.
En Barcelona, mostró su magia pese a un corto paso plagado de desafíos. Pero fue en Napoli donde alcanzó el Olimpo: llevó al club a ganar títulos históricos, incluidos dos Scudettos, y se convirtió en una figura casi divina para los napolitanos. Su carrera continuó en Sevilla y, tras un breve paso por Newell’s Old Boys, regresó a Boca, donde se despidió del fútbol profesional.
Su consagración máxima llegó con la Selección Argentina, al ganar la Copa del Mundo en México 1986. Ese torneo dejó imágenes imborrables, como el mítico gol con "la mano de Dios" y el inolvidable "gol del siglo" frente a Inglaterra. Diego no solo fue el capitán de aquel equipo: fue el corazón y el alma, llevando a la Argentina al lugar más alto del fútbol.
Su figura trasciende camisetas y colores. En un mundo dividido por rivalidades deportivas, Diego logró unir a millones bajo la admiración de su talento. Su magia y su carisma dejaron una huella que ningún paso del tiempo podrá borrar.
Aunque hayan pasado cuatro años desde su partida, el nombre de Diego Maradona sigue resonando en cada rincón del mundo. Sus logros, su pasión y su conexión con el pueblo lo convirtieron en una leyenda inmortal. Hoy, el fútbol y la Argentina lo recuerdan con el mismo amor que él profesaba por la pelota y por su gente.
En palabras del propio Maradona: "La pelota no se mancha". Y su legado, como aquel objeto que tanto amó, permanecerá intacto, brillando para siempre. Diego vive en cada gol, en cada jugada mágica y en cada corazón que late por el fútbol.