WASHINGTON: El presidente estadounidense intensifica la presión sobre dos potencias asiáticas, exigiendo el fin de importaciones de crudo ruso que ayudan a financiar la guerra en Ucrania.
Donald Trump elevó el tono diplomático al advertir públicamente que China e India deben “dejar de comprar petróleo ruso”, acusándolos de contribuir económicamente a la invasión del Kremlin en Ucrania. La advertencia no fue únicamente retórica: Trump anticipó sanciones y un aumento sustancial de aranceles, especialmente dirigidos a la India, que además de importar petróleo ruso en grandes cantidades, lo procesa y revende en forma de productos refinados a mercados internacionales, como Europa.
Según datos recientes, Rusia obtuvo 12.600 millones de dólares por ventas de petróleo solo en junio, a pesar del tope de precios impuesto por el G7 y de las sanciones de la Unión Europea. La India y China, principales beneficiados por el descuento sobre el crudo ruso frente al precio Brent, mantienen una postura firme al sostener que su política energética responde a necesidades internas y estabilidad de costos. La India, en particular, recalcó que no cambiará su política por presiones extranjeras.
El volumen de importaciones asiáticas evidencia el fenómeno: desde el boicot europeo al crudo ruso transportado por mar en 2023, China importó energía rusa por aproximadamente 219.500 millones de dólares, e India por 133.400 millones. Incluso Turquía y Hungría, aunque en menor magnitud, desempeñan un rol como destinos del crudo ruso. Las compras masivas permiten a las refinerías aumentar su margen de ganancia mediante la adquisición de petróleo barato, que luego se transforma en productos rentables como diésel y combustible de aviación.
Frente a las sanciones formales, Moscú y sus clientes han sorteado los controles con una “flota fantasma” de petroleros, uso de intermediarios, aseguradoras ajenas al G7 y legalizando el procesamiento en terceros países. Este sistema permite que productos refinados a partir de crudo ruso regresen incluso a mercados europeos sin violar explícitamente las normas sancionatorias internacionales.
Trump, decidido a cortar el flujo de ingresos que financia a Putin, insiste en condicionar toda flexibilización diplomática a que cesen las compras energéticas a Rusia. La Casa Blanca busca así aislar a Moscú y forzar un alto al fuego, aunque las señales desde Nueva Delhi y Pekín muestran que el equilibrio geopolítico y las necesidades energéticas por ahora superan la presión internacional.