BUENOS AIRES: Argentina observa con atención la suba de aranceles que Estados Unidos aplicará a las exportaciones de Brasil, una medida que reconfigura el escenario regional en materia comercial y estratégica para ambos países sudamericanos.
A partir del 1 de agosto, el gobierno de Donald Trump aplicará un arancel extra del 40% sobre productos brasileños, llevando la tarifa total al 50%. Según la Casa Blanca, la decisión responde a diferencias políticas con el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, especialmente por las acciones judiciales contra el expresidente Jair Bolsonaro. Este contexto internacional encuentra a Brasil y Argentina en posiciones claves: Brasil es el principal socio comercial argentino y, a su vez, uno de los principales proveedores de insumos industriales y de origen agropecuario para el país.
El impacto directo para Argentina sería negativo, ya que cualquier caída en la demanda estadounidense puede repercutir en un desempeño económico menor del país vecino, depreciación del real y menor crecimiento. Todo esto, advierten economistas locales, complica aún más la competitividad argentina y agudiza el déficit comercial, además de sumar presión sobre el dólar.
Sin embargo, existen matices importantes. Gran parte de las exportaciones de Brasil a Estados Unidos —como petróleo, mineral de hierro y aeronaves— quedarán exentas o tendrán un trato especial, limitando el alcance real de los gravámenes. Productos como el café y la carne sí serán alcanzados por la suba.
Especialistas como la ex subsecretaria de Industria, Beatriz Nofal, explican que podrían abrirse oportunidades puntuales para la Argentina, especialmente en sectores como carne vacuna, azúcar, tabaco y miel. La distribución de exportaciones brasileñas, forzada por los nuevos aranceles, generaría mayor competencia de Brasil en mercados alternativos y empuja a la Argentina a reposicionarse, especialmente en terceros destinos como Europa, China y Latinoamérica.
En el caso de la carne, la suba de aranceles a Brasil —que llevaría la carga impositiva al 76,4%— podría aislarlo temporalmente del mercado estadounidense, donde envía unas 156.000 toneladas anuales. Esto abre una oportunidad concreta para los exportadores argentinos, aunque Australia y Nueva Zelanda parten con ventaja por acuerdos comerciales preexistentes, y el efecto en la competencia global podría provocar bajas en los precios.
Al margen del comercio de bienes, el trasfondo político y estratégico es señalado por analistas: la escalada de tensiones entre Estados Unidos y Brasil obliga a la Argentina a jugar como puente o mediador e intentar sostener relaciones equilibradas con ambas potencias.
En síntesis, la medida aplicada sobre Brasil genera tanto riesgos como oportunidades para la Argentina. El desenlace dependerá de la respuesta brasileña, las exenciones negociadas y la capacidad del país para acceder a nuevos mercados frente a la mayor competencia.
F: gs (Infobae, Abeceb, BCR, CARI, Eco-Axis)