El colapso del régimen de Bashar al Asad en Siria ha acelerado una reconfiguración en la geopolítica de Oriente Próximo. La caída de uno de los principales aliados de Irán, sumada a la guerra en Gaza y Líbano, ha debilitado al Eje de la Resistencia, mientras Israel expande su presencia militar en la región con el respaldo de Estados Unidos. Al mismo tiempo, Turquía refuerza su rol estratégico y Arabia Saudita maniobra para mantener su influencia.
La red de influencia iraní, basada en el apoyo a Hamás, Hezbolá, Siria, Irak y Yemen, se ha visto deteriorada en los últimos meses:
Este escenario ha obligado a Teherán a replegarse y endurecer su postura en política interna y su programa nuclear, en un intento de compensar las pérdidas estratégicas en la región.
Desde el ataque de Hamás en octubre de 2023, Israel ha llevado a cabo una serie de ofensivas que han expandido su presencia militar en Oriente Próximo:
El respaldo de Estados Unidos ha sido clave para evitar represalias internacionales, lo que ha permitido que Israel actúe con gran margen de maniobra en la región.
Mientras la región se reconfigura, Turquía ha reforzado su influencia con una estrategia que combina intervención militar y diplomacia activa:
El gobierno de Recep Tayyip Erdoğan busca restablecer la influencia otomana en la región y equilibrar el poder de Israel, asegurándose un lugar central en las negociaciones sobre el futuro de Siria.
Catar se ha consolidado como el principal intermediario en el conflicto palestino. Su papel se sostiene en:
Su posición ha sido clave en las negociaciones sobre el conflicto de Gaza, pero enfrenta el desafío de maniobrar en una región cada vez más dividida.
El plan saudita de normalizar relaciones con Israel, impulsado por Estados Unidos, quedó en pausa con la guerra de Gaza. A pesar de ello, Riad mantiene su postura pragmática:
Con la destrucción de Gaza, Egipto y Jordania enfrentan una nueva crisis humanitaria con millones de desplazados.
Ambos países mantienen un perfil bajo en el conflicto, evitando tensiones con Israel y priorizando su estabilidad interna.
La caída de Asad en Siria ha desencadenado una lucha por el control de la región. Irán pierde influencia, Israel se expande con apoyo de EE.UU. y Turquía aprovecha el vacío de poder para afianzar su presencia.
Mientras Arabia Saudita, Catar y Egipto maniobran en busca de equilibrio, el futuro de la región dependerá de la evolución de los conflictos en Gaza, Líbano y Siria, en un escenario donde la competencia por el liderazgo en Oriente Próximo sigue abierta.