La vicepresidenta se cruzó con usuarios en redes y reveló profundas diferencias con el Presidente, a quien acusó de traicionar sus promesas y favorecer a su entorno.
La tensión entre Javier Milei y Victoria Villarruel alcanzó un nuevo punto de quiebre. A través de una serie de respuestas en redes sociales, la vicepresidenta dejó en claro que ya no comparte la dirección política del mandatario, a quien acusó de decisiones que “perjudican a los argentinos”, de “meter familiares” en el Estado y de manejarse con actitudes “poco adultas”.
Por primera vez desde que asumieron en la fórmula presidencial de La Libertad Avanza, Villarruel tomó distancia sin rodeos. Respondió a varios mensajes que le cuestionaban su rol en la última sesión del Senado, donde se aprobó, con apoyo opositor, un aumento para jubilados y la creación de un fondo de asistencia a personas con discapacidad.
En un mensaje contundente, expresó: “Si hay equilibrio (fiscal), entonces asistir a los más desprotegidos no debiera ser tan terrible. El tema es que un jubilado no puede esperar y un discapacitado, menos”. Esa frase la posicionó fuera del discurso oficialista, que defiende a rajatabla el ajuste como condición para sostener el superávit.
Villarruel no se quedó ahí. En una ráfaga de respuestas, reveló que no mantiene diálogo con el Presidente y que Milei ni siquiera la saluda. “Que ahorre en viajes y en la SIDE”, escribió, en referencia a los gastos del mandatario en giras internacionales y en la Agencia Federal de Inteligencia, hoy bajo control de su círculo íntimo.
Además, le reprochó haber “traicionado lo que dijo” durante la campaña, de “vivir en un palacio” y de favorecer a su familia con cargos públicos. De esta manera, la vicepresidenta reforzó una narrativa que, hasta ahora, estaba más presente en la oposición que en las filas del oficialismo.
El término “traidora”, utilizado por Milei para referirse a Villarruel días atrás, marcó un antes y un después. Aunque el jefe de Estado suele utilizar ese tipo de calificativos en redes y medios, esta vez el golpe se dirigió a su compañera de fórmula, un gesto que selló una relación que ya venía con fisuras desde los primeros días de gobierno.
A pesar de la gravedad política del cruce, por ahora no se prevé que la tensión derive en una crisis institucional. Villarruel no tiene, al menos por el momento, la estructura ni el respaldo parlamentario para impulsar medidas que frenen el avance del Gobierno o que alteren su rumbo.
El caso recuerda, en parte, a otras tensiones históricas entre presidentes y vices en democracia. Carlos “Chacho” Álvarez con Fernando De la Rúa, o el célebre voto “no positivo” de Julio Cobos durante el conflicto por las retenciones en 2008, son antecedentes de peleas con impacto. Sin embargo, en este escenario, la pelea se parece más a la que mantuvieron Néstor Kirchner y Daniel Scioli: visible, incómoda, pero contenida.
Orígenes de una interna que no se disimula
El distanciamiento entre Milei y Villarruel no surgió de un hecho puntual, sino que se fue profundizando con el correr de los meses. Según allegados al Presidente, el punto de inflexión fue cuando Villarruel pidió incorporar a su gente de confianza en algunas áreas del Ejecutivo. Para Milei, eso fue una muestra de que buscaba manejar “la caja” del Estado.
Los sectores más cercanos a Villarruel, en cambio, afirman que lo único que intentó fue tener un espacio propio dentro del esquema de gobierno. Señalan también que el Presidente quiso limitar su crecimiento político e incluso le achacan haber buscado aislarla.
Uno de los episodios más señalados fue una reunión que mantuvo con el expresidente Mauricio Macri. Desde el entorno de Milei interpretaron ese encuentro como una movida política con intenciones de ruptura. Villarruel, por su parte, nunca negó el contacto, pero sostuvo que no había conspiración alguna.
Hasta ahora, Villarruel había cultivado un perfil institucional, prudente, incluso cuando las diferencias con el Gobierno eran evidentes. Su intervención en la sesión del Senado fue, sin embargo, el primer acto en el que se colocó del lado de la oposición en temas sensibles. A eso se sumó su respaldo público a los sectores más vulnerables, algo que la aleja aún más del discurso duro de la Casa Rosada.
La vicepresidenta parece estar dando un paso hacia una construcción política propia, marcando contrastes con la gestión y sumando puntos en sectores que resisten el ajuste sin miramientos. Sus definiciones muestran una figura que busca trascender el rol de mera acompañante institucional y disputar poder dentro del mismo espacio libertario.
Si bien hoy no puede desafiar abiertamente al Presidente desde una posición de fuerza, su visibilidad y su rol en el Senado le permiten instalar una agenda alternativa, que pone en jaque el relato oficialista del orden fiscal a cualquier costo.